Existen varias definiciones sobre el estrés, pero
todas coinciden en que se trata de una experiencia
subjetiva que se produce cuando una persona
considera que una situación o hecho que vive supera
los recursos con los que cuenta y pone en peligro su
bienestar personal. Vivir con esclerosis múltiple
también genera estrés, principalmente porque la
enfermedad genera una importante sensación de
falta de control. Las personas con EM no deben
evitarlo, sino cambiar el mecanismo de respuesta y
no preocuparse en exceso por la gestión de este
estrés.
Hoy les dejo un resumen sobre estrés y algunos
consejos sobre manejo del estrés, es importante en
esta enfermedad poder evitarlo, combatirlo y
consultar a tiempo.
Síntomas y diagnóstico del estrés
Los síntomas de estrés más frecuentes son:
- Emociones: depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo,
nerviosismo, confusión, fluctuaciones del estado de ánimo.
- Pensamientos: excesivo temor al fracaso, excesiva
autocrítica, olvidos, dificultad para concentrarse y tomar decisiones,
pensamientos repetitivos...
- Conductas: risa nerviosa, trato brusco hacia los demás, incremento
del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, aumento o disminución del
apetito, llantos, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas.
- Cambios físicos: tensión muscular, manos frías o sudorosas,
insomnio, dolores de cabeza, fatiga, problemas de espalda o cuello,
indigestión, respiración agitada, perturbaciones en el sueño, sarpullidos,
disfunción sexual.
Diagnóstico de los niveles de estrés
Existen unos parámetros que determinan el nivel de estrés en
el que se encuentra una persona:
- Nivel cognitivo: la persona presenta inseguridad y tiene
problemas para concentrarse; no encuentra solución a sus problemas por pequeños
que sean, y tiene la sensación de haber perdido la memoria.
- Nivel fisiológico: el estrés se puede presentar mediante
síntomas físicos como dolores de cabeza, tensión muscular, alteraciones del
sueño, fatiga, enfermedades de la piel. El individuo se siente mal, acude al
médico, pero sus resultados son normales.
- Nivel motor: la persona tiende a realizar acciones no
habituales como llorar, comer compulsivamente, fumar más de lo normal, aparecen
tics nerviosos, etc. En definitiva, la persona siente deseos de huir para
evitar la situación de estrés.
Controlar el estrés
El estrés es un proceso natural del cuerpo humano, que
genera una respuesta automática ante condiciones externas que resultan
amenazadoras o desafiantes, que requieren una movilización de recursos físicos,
mentales y conductuales para hacerles frente, y que a veces perturban el equilibrio
emocional de la persona.
El entorno, que está en constante cambio, obliga a los
individuos a adaptarse; por tanto, cierta cantidad de estrés es necesaria para
que el organismo responda adecuadamente a los retos y los cambios de la vida
diaria. Es lo que se conoce como estrés positivo.
Se trata de una respuesta fisiológica y psicológica de una
persona que intenta adaptarse a las presiones a las que se ve sometida,
originada por el instinto de supervivencia del ser humano, en la que se ven
involucrados muchos órganos y funciones del cuerpo, como el cerebro y el
corazón, los músculos, el flujo sanguíneo,
la digestión...
Si bien en un primer momento la respuesta de estrés es
necesaria y adaptativa, cuando ésta se prolonga o intensifica en el tiempo, la
salud, el desempeño académico o profesional e, incluso, las relaciones
personales o de pareja del individuo se pueden ver afectadas.
Tipos de estrés
Existen diferentes tipos de estrés, que se clasifican en
función de la duración:
Es estimulante y excitante, pero muy agotador. No perdura en
el tiempo. Ejemplo: una serie de entrevistas de trabajo en un día. Puede
aparecer en cualquier momento en la vida de cualquier individuo.
Es cuando se padece estrés agudo con mucha frecuencia. La
gente afectada reacciona de forma descontrolada, muy emocional, y suele estar
irritable, y sentirse incapaz de organizar su vida.
En estado constante de alarma
Cómo hacer frente al estrés
No hay fórmulas para curar el estrés, pero lo que sí podemos
hacer es reducir las situaciones de sobrecarga. Para ello, se deben programar
las actividades para evitar que se acumulen y se conviertan en catástrofes.
Aquí tienes cómo lograrlo para conseguir hacer frente al estrés:
- Delega responsabilidades: aprende a decir 'no' a aquello que
no se pueda cumplir.
- Establece prioridades, y no te preocupes de las cosas que no
se pueden controlar, como por ejemplo el clima.
- Intenta ver los cambios como algo positivo y no como una
amenaza. Pedir ayuda a los amigos o familiares y, cuando sea necesario, dirigirse
a profesionales.
- Apóyate en tus seres queridos. Pídeles ayuda si crees que la
necesitas, y no finjas que estás bien, porque la impostura te puede provocar
más ansiedad todavía.
- Aprende a relajarte. Una forma de relajación: recostarse
sobre una superficie plana, colocando una mano sobre el estómago, y la otra en
el pecho. Inhalar aire al mismo tiempo que el estómago se hincha, y exhalarlo
mientras el estómago baja.
- Practica ejercicio físico todos los días de forma moderada.
- Duerme lo suficiente. Si no descansas bien sin motivo,
consulta cuanto antes con un especialista.
- No te automediques, ni para relajarte ni para dormir.